El amor a la antigua: una oda a la poesía romántica
Un viaje en el tiempo a través de versos embriagadores
En un mundo donde la inmediatez y la tecnología dominan nuestras vidas, el amor a la antigua puede parecer una idea pasada de moda. Sin embargo, hay algo mágico en retroceder en el tiempo y sumergirse en la poesía romántica de épocas pasadas. Los poetas de antaño nos transportan a un universo de palabras melódicas y emociones intensas, donde el amor se expresaba con elegancia y profundidad.
Uno de los grandes exponentes del amor a la antigua es William Shakespeare. Sus sonetos son un tesoro literario que se ha conservado a lo largo de los siglos. En su Soneto XVIII, el Bardo de Avon compara a su amada con un día de verano, exaltando su belleza y eternizando su amor en versos inmortales:
Soneto XVIII
¿Ves? En la estación del esplendor de mayo,
cuando sopla el viento con dulce aliento,
los brotes de la primavera florecen,
y el verano es demasiado breve;
a veces, el ojo del cielo brilla,
y a menudo se oscurece por casualidad;
por suerte, o por desgracia, esto sucede,
pero tu eterna belleza no conocerá el final.
Ni la muerte te jactará en su sombra,
cuando en la posteridad sigas viva en versos,
donde la vida de aquellos ojos brillantes,
perdure para siempre en la tinta de estas páginas,
y mientras los hombres respiren y ojos puedan ver,
vivirá este poema y te dará vida a ti.
Este soneto ejemplifica la pasión y el deseo de inmortalizar el amor a través de la poesía. Shakespeare nos muestra cómo el amor puede trascender el tiempo y la muerte, convirtiéndose en una fuerza eterna y poderosa.
La belleza de los versos de Quevedo
Otro poeta que nos transporta al romanticismo de siglos pasados es Francisco de Quevedo. En su poema "Amor constante más allá de la muerte", Quevedo describe un amor tan intenso que incluso la muerte es incapaz de separar a los amantes:
Amor constante más allá de la muerte
Cerrar podrá mis ojos la postrera
sombra que me llevare el blanco día,
y podrá desatar esta alma mía
hora a su afán ansioso lisonjera;
mas no de esotra parte en la ribera
dejará la memoria, en donde ardía:
nadar sabe mi llama el agua fría,
y perder el respeto a ley severa.
Alma a quien todo un dios prisión ha sido,
venas que humor a tanto fuego han dado,
medulas que han gloriosamente ardido,
su cuerpo dejará, no su cuidado;
serán ceniza, mas tendrá sentido;
polvo serán, mas polvo enamorado.
Quevedo nos muestra aquí la idea de un amor eterno, capaz de sobrevivir incluso a la muerte. Sus versos, llenos de belleza y melancolía, evocan una pasión que nos transporta a un tiempo en el que el amor se vivía de manera apasionada y trascendental.
El amor a la antigua, con su sutil elegancia y su romanticismo desbordante, nos invita a explorar un mundo de sentimientos profundos y a expresar nuestras emociones con palabras embriagadoras. A través de la poesía de antaño, podemos revivir la magia y la intensidad del amor romántico, regalándonos momentos de ensueño y dejando que nuestro corazón se inunde de versos que perdurarán en el tiempo.
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