Un Poema al Maestro Jubilado
El maestro jubilado, figura venerable,
que dejó su huella en nuestra mente,
con sabiduría y amor inigualable,
guió nuestros pasos, dulce y paciente.
El eco de su voz
Maestro jubilado, tu voz resuena en el viento,
como un eco suave que acaricia el alma,
tus palabras de aliento, de amor y conocimiento,
nos inspiraron a andar con paso firme y calma.
En cada lección, en cada charla sincera,
nos enseñaste que el saber es un tesoro,
nos animaste a explorar, a crear, a volar,
y a enfrentar desafíos con pleno decoro.
El legado de tu enseñanza
Tu legado, maestro jubilado, es perenne,
como flores que florecen en primavera,
seguiremos tus pasos, con la mente abierta,
aprendiendo de ti, cada día y cada era.
Tu amor por el arte, la ciencia y la vida,
nos inspiró a ser curiosos, a buscar respuestas,
a nunca rendirnos, a nunca estar vencidos,
y a encontrar en cada error nuevas experiencias.
Un poema al maestro jubilado
Este poema, maestro jubilado, es un homenaje,
una muestra de gratitud y admiración sincera,
porque en nuestras vidas dejaste un legado,
y tu recuerdo siempre será nuestra bandera.
Gracias, maestro jubilado, por tu entrega,
por tu paciencia, por tu nobleza de corazón,
te recordaremos con cariño en cada senda,
extendiendo tus enseñanzas, como una canción.
Que tu jubilación sea un merecido descanso,
y que la vida te brinde momentos de alegría,
nuestro eterno agradecimiento llevas en tu pecho,
y en nuestros corazones serás nuestra guía.
Maestro jubilado, te despedimos con emoción,
pero tu luz seguirá brillando en nuestro camino,
gracias por ser nuestro guía, nuestra inspiración,
tu legado vivirá siempre en cada verso yatino.
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